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FERNÁNDEZ DE MORATIN

Así el del Basto en Nápoles metía
en cama de cristales trasparentes
sus pajes con muchachas diferentes
y él viéndoles obrar se entretenía.
No por ejemplos tales los Catones
me miren mesurados y ceñudos.
Las doncellas más castas y severas
por esas calles van, medio desnudos
los cuerpos, sin pudor, de las rameras,
y no lo imitan antes detestando
blasfeman de su vil libertinaje.
Tú, pues, ¡oh majo! á quien á tal paraje
condujo ya mi verso, si movido
en tí se halla el espíritu encendido,
si estás bien enterado, que mandarle
á un joven bueno y sano continencia
es lo mismo que darle la sentencia
de que no coma ó de que no descoma,
dos cosas necesarias igualmente;
Si ya esperezos tu cintura siente,
volviendo en torno los lascivos ojos
bufando al respirar como un caballo,
si el tuyo ya no puedes sujetallo
y empinándose pierde la obediencia,
que no hay remedio, y de tu edad florida
deja que goce, vaya ese nublado