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de Sherlock Holmes

manera de convertir la piedra en dinero. Pero ¿cómo llegar hasta su casa sin que me prendieran? Pensé en las agonías porque había pasado al ir del hotel de Roxton, y me dije que en cualquier momento podrían arrestarme y registrarme, y encontrar la piedra en el bolsillo de mi chaleco. En ese momento me encontraba recostado en la pared, y miraba á los gansos que iban y venían á mis pies. De repente, se me ocurrió una idea que me mostró cómo iba á poder burlarme del mejor detective del mundo.

Mi hermana me había dicho varias semanas antes, que podía contar con el mejor de sus gansos para hacer un regalo de Navidad, y yo sé que cuanto promete mi hermana, cumple:

esa misma noche, pues, me llevaría mi ganso, y en él la piedra de Kilburn. Había cerca de mí un cuartito, y allí hice ir á uno de los gansos, uno grande y gordo, blanco, con una faja negra en la cola. Agarré al animal, y abriéndole el pico, le metí la piedra en la garganta, empujándola hasta donde alcanzaba mi dedo. El ganso tragó, y senti con la mano que la piedra se deslizaba por el cuello hasta el buche. Pero el animal aleteaba y gritaba, y mi hermana acudió á ver lo que ocurría. Al volverme yo para hablar con ella, el ganso se escapó y fué á mezclarse con los otros.

—¿Qué estabas haciendo con ese ganso, Jaimeme preguntó.

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