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CRÓNICAS
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preparación para el combate, siendo las tropas en extremo molestadas por el calor y el polvo. En el preciso instante en que cruzábamos un cañaveral, oímos hacia vanguardia algunos disparos. El cuerpo principal de la columna hizo alto, y, seguidamente, comenzó a desplegar en orden de combate a cada lado del camino y por entre las ciénagas y cañaverales; estábamos cerca de una factoría de azúcar, y al lado opuesto había un puente. Por delante seguía algún terreno llano, y más arriba, y desde unas colinas cubiertas de arbolado, recibíamos el fuego, aunque sin percibir al enemigo.

Al principio las balas pasaban sobre nuestras cabezas; pero de pronto y cerca de mí, un artillero, soltando las riendas de su caballo, llevóse ambas manos a la cara; una bala le había atravesado las mandíbulas, vertiendo mucha sangre. En la confusión y prisa yo olvidé todo tratamiento aséptico de las heridas; y, cortando uno de los tirantes que sujetaban mis pantalones, me serví de él para comprimir la arteria y contener la hemorragia. Como esto nos demostró que estábamos al alcance del fuego enemigo, el cirujano jefe resolvió establecer un hospital de campaña en la factoría de azúcar; yo seguí a mi regimiento en su marcha hacia el frente. Nuestra brigada consistía en un escuadrón de caballería, dos baterías de artillería de campaña, un regimiento de infantería, algunos hombres del Cuerpo de Señales, 12 ambulancias y un destacamento del Cuerpo médico con tres oficiales de Sanidad al servicio de la infantería y un cuarto a las órdenes del cirujano jefe.

Nuestra artillería, aparentemente, tuvo gran dificultad al tratar de desplegar y ponerse en acción, fuera del camino, a causa de lo bajo del terreno. El combate duró,

Camino antiguo de Las Marías.—La altura sobre las casas, es la que ocupa el cementerio.