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miraban, de frente o reojo, según carácter, como maestros en el floreo y la eficacia del trabajo.

No hay taba sin culo ni rodeo sin golpeados.

Un paisano que me había llamado la atención por su fisonomía taimada, tomó una vaca al cruce y la raboneó. No tuvo tiempo de zafarse; su zaino patas blancas se pialó en los garrones de la vaca y cayó como planazo sobre el costillar izquierdo.

Corrimos en su dirección. El paisano no se levantaba. Entre dos, tomándolo de las piernas y los sobacos, lo sacaron a la orilla del rodeo y lo sentaron. El hombre respiraba bien y miraba a su alrededor.

1 —No es nada dijo.

Le tantearon el cuerpo, preguntándole si sentía algún dolor. Se tocó la pierna izquierda. Aceptó un frasco de caña que le alcanzaban y tomó un trago como para unos cuantos. Luego sacó la tabaquera y empezó a armar un cigarrillo. Nos volvimos al rodeo.

— 215— —¡La pucha!

dije al rubio ¡qué golpa..!; si le ha apretao la pierna y lo ha hecho chicotear contra el suelo con todo el cuerpo.

20...

—Yo no sé comentó mi compañero. Es como macho'e dos galopes. Cuanto hay una trampa en que ensartarse, allá va él. Si algún día lo .

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