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ta..taban pedazos en la orilla de la cáscara, una paA uno le había crecido una pinza nueva, ridículamente chica en comparación de la vieja.

Lo estaba mirando, cuando lo atropelló otro más grande, sano. Este aferró sus dos manos en el lomo del que pretendía defenderse y, usando de ellas como de una tenaza cuando se arranca un clavo, quebró un trozo de la armadura. Después se llevó el pedazo al medio de la panza, donde al parecer tendría la boca. Dije a mi compañero:

—Parecen cristianos por lo muy mucho que se quieren.

—Cristianos apoyó Patrocinio ahá... aurita va a ver los rezadores.

— A unas cuadras más adelante, nos detuvimos frente a un inmenso barrial chato.

Así fué. El sol se ponía. De cada cueva salía una de esas repugnantes arañas duras, pero más grandes, más redondas que las del cañadón. El suelo se fué cubriendo de ellas. Y caminaban despacio, sin fijarse unas en otras, dadas vuelta todas hacia la bola de fuego que se iba escondiendo. Y se quedaron inmóviles, con las manitos plegadas sobre el pecho, rojas como si estuvieran teñidas en sangre.

¡Aquello me hacía una profunda impresión! ¿Era ✓