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—¡Se va este mozo y quiere despedirse!

Salieron las tres tarariras flacas y Paula. Les dí la mano, una por una, diciéndoles adiós. Paula fué la última.

—Siento 1 le dije lo que ha pasao. No he tenido intención de agraviarlaretó nerviosa y encabritada 1 — 257—No me gusta la gente ligera pal cuchillo.

—Tampoco respondí — me gustan a mí las mujeres que andan haciendo engreír a la pobre gente.

Lo decía mucho por Numa y un poco también por mí. Ultimamente no quería discutir y agregué:

—Le encargo muchos recuerdos pa mi amigo Patrocinio.

—Serán dados concluyó secamente.

Ya al lado de mi caballo, me despedí de Don Candelario y Fabiano, que me deseaban buena suerte.

Le bolié la pierna al Picazo. ¡Qué lindo andar bien montado y estar libre! Mi brazo derecho, aun dormido, me servía sin embargo. Me habían indicado el camino. La silbé a la madrina Garúa y eché los caballos a su cola. Lo de siempre. Pero nunca había hecho tan noche sobre mí.