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placer; pero antes de obtener su mano quiero darle una prueba de ese cariño, haciendo que el hombre que se atrevió á abusar de su credulidad, le pida perdon del ultraje que le hizo.

―Sea, pues, así, si tú lo quieres: pero me parece conveniente que ella nada sepa hasta que tú nos escribas el éxito favorable de tu empresa.

―Iba á proponer á V. eso mismo.

―Vé, pues, y vuelve en cuanto te sea posible á hacer la felicidad de Anita y la nuestra.

―Y á ser yo antes que todos el hombre mas feliz del mundo, dijo Teodoro dominado por la idea de hacer un gran servicio á su prima, esperando le atraeria con su gratitud su cariño, que él ambicionaba, porque la amaba ya con pasion á pesar de su orgullo.

Dirigiéronse en seguida á la sala, en la que estaban aun D.ª Leonor y Anita. Estaba esta mas consolada, aunque su semblante demostraba la tristeza de su corazon: tristeza de que D. Diego habia enterado á su sobrino, que la halló muy natural, atribuyéndola al desengaño que habia sufrido; por lo que no sospechó siquiera que su prometida amaba aun al que ya no creia su rival.

Como la madre y la hija ignoraban que D. Diego le hubiese informado de los amores de esta con D. Luis y de su fatal terminacion, tampoco sospechaban las miras hostiles que llevaba respecto á él.

Hablóse sobre cosas indiferentes, y Teodoro les anunció su próxima partida. Verificóse esta al siguiente dia, des-