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De su lánguida pupila
Una lágrima fugaz;
Y mezclada en la corriente
Se desliza dulcemente
De otros recuerdos detrás.

Vierten á su lado puras
Otras flores las dulzuras
De su aroma seductor:
Mas ¡ay! que entre tantas flores
De tan distintos colores,
Solo hay una para Flor.

Es una silvestre rosa
Que plantara caprichosa
Cuando su madre espiró;
Como memoria postrera,
Como una cruz que digera:
«Aquí mi madre murió.»

Por eso mustia y sombría
Ibase allí cada dia