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Que con sus luces tan bellas
Sonrien al corazon.

¡Qué hermoso, querido hermano,
Es sentir el murmurio
Con que se desliza el rio
Por el florido pensil;
Cuando va muelle la brisa
Sus quietas aguas lamiendo,
Y los árboles meciendo
De la pradera gentil.

Y ver la flor tierna y pura,
Cuyo dormido capullo
Enamora con su arrullo
Blando el Céfiro fugaz;
Y ver al inquieto arroyo
Soltar sus linfas de plata,
Cuando pálida retrata
La luna en ellas su faz.

Y ver al risueño valle