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¡Cuan gratas sois al corazon errante
Que lejos late de la tierna cuna,
Donde probara su emocion primera
Al plácido sonrís de la fortuna!
Y tú, patria adorada, Puerto-Rico,
Perla de oro en el piélago embutida
Que de la mar sobre el crespado lomo
Tu sien levantas de altivez henchida;
¡Cuan hermosa en mis sueños te apareces,
Con tu ardoroso sol y tus pensiles,
Y tus montes bordados de verdura,
Y tus arroyos de cristal gentiles!
IV.
Ven, hermano, y celebremos
Los recuerdos que abriguemos
De nuestro precioso Eden;
Y en blandas trovas de amores,
Los hechizos seductores
Cantemos de Borinquen.