Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/27

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

pero éste, inflexible en sus propósitos, y que habia escrito al Rey diciendo que se cumpliría lo que él dispusiese, le replicó sonriendo: no temais, Fonseca, que todo saldrá bien.

Acudió Cisneros á sus salvadoras milicias, firme sosten del órden público en aquel tiempo, y poniendo á las órdenes de D. Fernando Andrade una fuerte división de caballería é infantería, le mandó que sitiase á Consuegra, en donde el hijo del Duque de Alba se habia hecho fuerte. Andrade se dió tan buena maña, que copó por completo un gran convoy de hombres y dinero que el Duque enviaba en socorro de su hijo, y aunque al principio éste tuvo sus arrogancias y no pensó en rendirse, su padre, que veia las cosas con más juicio, buscó las influencias de Adriano y de la Reina Germana para templar al Cardenal. Aceptó, por último, las condiciones que se le imponían; vió á Cisneros para sacar mejor partido de las circunstancias, y como se quejase del rigor con que se le trataba, le replicó el Prelado: «que jamas habia usado de rigor sin mucha pena, pero que los que mandan debajo de otros deben cumplir con puntualidad las órdenes que reciben.» Mostróle, en efecto, las que habia recibido de Flándes, y para acabar de atraerle, le manifestó que personalmente haría cuanto pudiese en su beneficio. Por consecuencia de esta entrevista, mandó Cisneros á Andrade que abandonase el sitio, y el Duque á su hijo que entregara el priorato. Dió después nuestro Prelado una amnistía, y los ánimos se calmaron.

Triunfaba, pues, el Cardenal en toda la línea. Habia humillado las casas más poderosas de España. El Duque del Infantado, el Conde de Ureña y el Duque de Alba imploraban su gracia. Uno á uno fué castigando á todos aquellos Grandes, tan arrogantes y díscolos, que no querian sufrir el freno de la autoridad Régia, de modo que cuando el Rey vino á sus Estados, se encontró con una Nobleza que todo lo esperaba de su favor, y nada ya de sus propias fuerzas: la aristocracia desde entónces estuvo siempre á los pies del Trono, y aunque bien pronto se le iba á presentar ocasión para sacudir esta servidumbre, asociando su causa á la del pueblo, prefirió pelear al lado del Rey y ahogar en sangre el grito de las Comunidades en Villalar.