Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/30

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encaminó hacia una aldea llamada Boceguillas, en donde suponen algunos que fué envenenado durante la comida, si bien nosotros creemos que no hay fundamento bastante para creer lo que la tradición cuenta, entrando en pormenores para acreditar esta maldad de verosímil. Cierto es que después de comer se sintió enfermo; también se dice que Francisco Carrillo, que habia servido á Cisneros en Boceguillas, y probado, segun costumbre, los manjares que le servia ántes de presentarlos á la mesa, se sintió después gravemente indispuesto; tambien se dice que un caballero enmascarado avisó á unos religiosos que iban á Boceguillas para que se apresuraran á incorporarse con el Cardenal á fin de que le hiciesen saber que lo iban á envenenar en la comida por medio de una gran trucha, y que cuando se dijo á Cisneros, éste contestó con calma: si esta desdicha me ha ocurrido, no es ciertamente de hoy, contando á aquellos religiosos que algunos dias ántes, abriendo una carta que de Flándes le dirigían, salió un vapor de ella que le penetró en los ojos. Quién supone que el veneno vino de Flándes; quién culpa á Varacaldo, Secretario del Cardenal, pero ni éste ni sus amigos sospecharon de él; y Pedro Mártir y Carabajal, que tan minuciosamente hablan de todas las cosas de aquel tiempo, no dicen una palabra sobre punto tan grave.


LXXII.

Cisneros siguió su camino para llegar á Aranda á pesar de su enfermedad. Su espíritu, siempre entero, parecía como que contenia el desarrollo de ésta. Es más: ya á las puertas mismas del sepulcro, tuvo rasgos de energía dignos de sus mejores tiempos, ora con el Príncipe D. Fernando que seguía siendo bandera de rebelión para algunos Españoles, ya con el audaz Girón que quiso mover de nuevo á Andalucía, ya con el Consejo de Estado que le acompañaba y que no creyó necesario su permiso para adelantarse á recibir á D. Cárlos, una vez desembarcado éste en las costas de España.

Don Cárlos, que comprendió por fin la conveniencia de renovar la casa de su hermano el Infante D. Fernando, dirigió pliegos importantísimos al Cardenal, que precedieron pocos dias á su llegada: contenian estos pliegos una carta para el Infante y otra para Cisneros, dándoles cuenta de lo que habia resuelto. Cayeron en