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Página:El Tempe Argentino.djvu/38

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36 — El Tempe Argentino.

picaflor con sus dos huevecitos como dos perlas, y el del boyero, a manera de una bolsa larga, de un admirable tejido hecho con finísimas pajas o sutiles raíces.

Aunque es constante el silencio de unas aguas siempre apacibles, y lentas en su curso, óyese de vez en cuando un blando susurro producido en un canalizo por el obstáculo de un tronco que oponiéndose a la corriente, forma la única cascada de estos sitios. Pero el silencio del río es frecuentemente interrumpido por el macá que bate la superficie con sus alas y sus remos para ayudarse en su pesado vuelo; por los cardúmenes de peces que azotan las aguas; y por las nutrias y carpinchos que se zampuzan.

Como diariamente se eleva y baja algunos pies el nivel de las aguas de los canales principales, cada día los más pequeños, ora se quedan en seco, ora rebosan; pero los mayores son siempre navegables. Esto hace sumamente fácil la internación y comunicación por todo el espacioso delta, ofreciendo a la industria una ventaja inapreciable, como puede concebirse, suponiendo que todos los caminos de una provincia se transformasen en canales de navegación.

Las tierras más altas y aptas para toda especie de cultivo son las que están a orillas de los canales y arroyos, y se llaman albardones, cuya anchura varía desde cinco a seis varas hasta cien o más. Por lo general son tanto más extensos los albardones cuanto mayores son los arroyos que los orillan, y cuanto más distan las islas de la embocadura del río. Desde lo alto del albardón va descendiendo el terreno hasta formar la concavidad o estanque interior que se llama vulgarmente bañado cuando tiene