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Por mi amor, que se estén quedos y quedas, o me volveré a ir.

Temieron el disfavor, y llegándole el muchacho que le trafa el carretón a la mesa donde se jugaba, pidió cartas. Faraón, que era uno de los del juego, llamado desta suerte porque pedía con plagas a las puertas de las iglesias, y el Sargento, nombrado así porque tenía un brazo menos, le dijeron que los dejase jugar su excelencia, que estaban picados; que después harían lo que les mandaba; viniéndose el Duque con el Marqués de los Chapines, que era un pobre que andaba arrastrando, y de la cintura arriba muy galán, y estaba entreteniendo las damas, diciendo:

Con vusía me vengo, que está más bien parado.

Y a ninguno de los dos les habían las damas menester para nada.

La Postillona, llamada deste nombre ponque pedía a las veinte limosna, no dejando calle ni harrio que no anduviese cada día, tuvo palabras con la Berlinga, tan larga como el nombre, que había sido senda de Esgueva a Zapardiel, sobre celos del Duque; y la Paulina, que apellidaban ansí porque maldecía a quien no le daba limosna, se picó con la Galeona, que llamaban desta suerte porque andaba artillada de niños que alquilaba para pedir, sobre haber dicho unas palabras preñadas al Marqués sin dar causa su señoría a ello, metiéndose la Lagartija y la Mendruga a