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.com 109 racolillo se volvieron a salir del garito él y don Cleofás.

—Este es—dijo el Duque, señalando a Piedepalo; que nosotros, ni hombres como nosotros, no hemos de defender de la justicia a hombres tan delincuentes; tomando venganza de algunos embustes que les había hecho en las limosnas de la sopa de los conventos; y agarrando con él Chis—» pa y Redina, comenzó a pedir iglesia (1) a grandes voces Piedepalo, que en un bodegón hiciera lo mismo, queriendo dalles a entender que era ermita, y no garito, donde estaban, y que todos y todas habían venido a hacer oración a ella. El tal Cienllamas y Chispa y Redina comenzaron a sacalle arrastrando, diciéndole, entre algunos punetes y mojicones:

—No penséis, ladrón, que os habéis de escapar con esos embustes de nuestras manos; que ya os conocemos.

Entonces el Marqués, metiendo las manos en los chapines, dijo:

—¿Por qué hemos de consentir que no contradiga el Duque que lleve preso un alguacil a un pobrete como el Cojuelo? ¡Por vida de la Marquesa, que no lo ha de llevar!

Y haciéndose los demás pobres y pobras de su parte, y apagando las luces, comenzaron con los asientos y con las muletas y bordones a zamarrealle a él y a sus corchetes a escuras, tocándoles los ciegos la gaita zamorana y los demás (1) Socorro.