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los brazos a sus mujeres, llamando todos al Huésped, y él de nada se dolla.

La Autora se asentó en una alhombrilla que la echaron en el suelo; las demás princesas, alrededor, y el Autor andaba solicitando el regalo de todos, como pastor de aquel ganado. Y dijo el Cojuelo:

—Con el señor Autor estoy en pecado mortal de parte de mis camaradas.

—¿Por qué?—dijo don Cleofás.

Respondió el Diablillo:

—Porque es el peor representante del mundo, y hace siempre los demonios en los autos del Corpus, y está perdigado (1) para demonio de veras, y para que haga en el infierno los autores si se representaren comedias; que algunas hacen estas farándulas, que aun para el infierno son malas.

—Uno he visto aquí—dijo don Cleofás—, entre los demás compañeros, que le he deseado cruzar la cara, porque me galanteó en Alcalá una doncella, moza mía, que se enamoró dél viéndole hacer un rey de Dinamarca.

—Doncella—dijo el Cojuelo—debía de ser de allá; pero si quieres—prosiguió que tomemos los dos venganza del Autor y del Representante, espera y verás cómo lo trazo; porque agora quieren repartir una comedia con que han de segundar en Madrid, y sobre los papeles has de ver lo que pasa.

(1) Dispuesto.