Página:El hombre mediocre (1913).pdf/77

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
75
El hombre mediocre

hombres originales son genuinamente suyos, les son intrínsecos: constituyen su criterio cuando piensan y su carácter cuando actúan; son individuales é inconfundibles. Difieren substancialmente de la Rutina colectiva, siempre perniciosa, extrínseca al individuo, común al rebaño: consiste en contagiarse los prejuicios que infestan la cabeza de los demás. Aquéllos caracterizan á los hombres; ésta empaña á las sombras. El individuo se plasma los primeros; la sociedad impone la segunda. La educación oficial involucra ese peligro: intenta borrar toda originalidad poniendo iguales prejuicios en cerebros distintos. La acechanza persiste en la inevitable promiscuación mundana con hombres rutinarios. Flota en la atmósfera el contagio mental y acosa por todas partes; nunca se ha visto un tonto originalizado por contigüidad y es frecuente que un ingenio se amodorre entre pazguatos. Es más contagiosa la mediocridad que el talento.

Los rutinarios razonan con la lógica de los demás. Disciplinados por el deseo ajeno, encajónanse en su casillero social y se catalogan como reclutas en las filas de un regimiento. Son dóciles á la presión del conjunto, maleables bajo el peso de la opinión pública que los achata como un inflexible laminador. Reducidos á vanas sombras, viven del juicio ajeno; se ignoran á sí mismos, limitándose á creerse como los creen los demás. Los hombres excelentes, en cambio, desdeñan la opinión ajena en la justa proporción en que res