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Roberto Arlt

que una operación de venta, aunque sea la de un paquete de agujas, salvo perentoria necesidad, eslabona en sí más dificultades que la solución del binomio de Newton.

Pero, ¡si fuera ésto solo!

Además hay que aprender a dominarse, para soportar todas las insolencias de los burgueses menores.

Por lo general los comerciantes son necios astutos, individuos de baja extracción, y que se han enriquecido a fuerza de sacrificios penosísimos, de hurtos que no puede penar la ley, y adulteraciones que nadie descubre, o todos toleran.

El hábito de la mentira, arraiga en esta canalla acostumbrada al manejo de grandes o pequeños capitales y ennoblecidos por los créditos que les conceden una patente de honorabilidad, y tienen por eso espíritu de militares, es decir, habituados a tutear despectivamente a sus inferiores, así lo hacen con los extraños que tienen necesidad de aproximarse a ellos para poder medrar.

¡Ah! y como hieren los gestos despóticos de esos tahures enriquecidos, que inexorables tras las mirillas del escritorio anotan sus ganancias, como crispan en ímpetus asesinos esas jetas innobles que responden.

—Déjese de macanear, hombre, que nosotros compramos a casas principales.

Sin embargo se tolera, y se sonríe y se saluda... porque "así es la vida”.

A veces, terminando mi recorrido y si quedaba en camino, iba a echar un parrafito con el cuidador de carros de la feria de Flores.

Ella era como otras tantas.

Al fondo de la calle de casas con fachadas encaladas,