Página:El juguete rabioso (1926).djvu/165

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
157
Roberto Arlt

—A casa. Tengo que preparar la ropa. Esta noche damos el golpe, y mañana rajamos.

—Cierto, vamos.

Una vez solo, varios temores se levantaron en mi entendimiento. Yo ví mi existencia prolongada entre todos los hombres. La infamia estiraba mi vida entre ellos, cada uno de ellos podía tocarme con un dedo. Y yo, ya no me pertenecía a mí mismo para nunca jamás.

Decíame:

—Porque si hago eso destruiré la vida del hombre más noble que he conocido.

Si hago eso me condeno para siempre.

Y estaré solo, y seré como Judas Iscariote.

Toda la vida llevaré una pena.

Todos los días llevaré una pena!... — y me ví prolongado dentro de los espacios de vida interior, como una angustia, vergonzosa hasta para mí.

Entonces sería inútil que tratara de confundirme con los desconocidos. El recuerdo, semejante a un diente podrido estaría en mí, y su hedor me enturbiaría todas las fragancias de la tierra, pero a medida que ubicaba el hecho en la distancia, mi perversidad encontraba interesante a la infamia.

—¿Porque no?... Entonces yo guardaré un secreto, un secreto salado, un secreto repugnante, que me impulsará a investigar cuál es el origen de mis raíces obscuras. Y cuando no tenga nada que hacer, y esté triste pensando en el Rengo, me preguntaré: ¿Por qué fuí tan canalla?, y no sabré responderme, y en esta rebusca sentiré como se abren en mí, curiosos horizontes espirituales.

Además el negocio éste puede ser provechoso.

En realidad — no pude menos de decirme — soy un