Página:El sombrero de tres picos (1874).pdf/179

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
174

Además, señor continuó Doña Mercedes, cambiando de tono y dignándose ya mirar á su marido y tratarle como á tal, temerosa de que las chanzas llegaran á irremediables extremos.—Supongamos que Vsea mi esposo... Supongamos que V. sea don Eugenio de Zúñiga y Ponce de Leon...

—¡Lo soy!

—Supongamos, además, que me cupiese alguna culpa en haber tomado por V. al hombre que penetró en mi alcoba vestido de corregidor...

Infames! gritó el viejo, echando mano á la espada, y encontrándose sólo con el sitio, y con la faja de molinero murciano.

La navarra se tapó el rostro con un lado de la mantilla para ocultar las llamaradas de sus celos.

Supongamos todo lo que V. quiera,― continuó doña Mercedes con una impasibilidad inexplicable. Pero digame V. ahora, señor mio: ¿Tendria V. derecho á quejarse?

¿Podria V. acusarme como fiscal? ¿Podria Vsentenciarme como juez? ¿Viene V. acaso