Página:El sombrero de tres picos (1874).pdf/187

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
182

—¡Vaya, que tú!

—¡No que tú!—Pero ¿cómo has podido tú....

Etc., etc., etc.

La cosa hubiera sido interminable si la corregidora, revistiéndose de dignidad, no dijese por último á D. Eugenio: —Mira, cállate tú ahora! Nuestra cuestion particular la ventilaremos más adelante. Lo que urge en este momento es devolver la paz al corazon del tio Lúcas; cosa muy fácil á mi juicio; pues allí distingo al Sr. Juan Lopez y á Toñuelo, que están saltando por justificar á la señá Frasquita...

—¡Yo no necesito que me justifiquen los hombres!—respondió ésta.—Tengo dos testigos de mayor crédito, á quienes no se dirá que he seducido ni sobornado...

—Y ¿dónde están?—preguntó el molinero.

—Están abajo, en la puerta...

—Pues diles que suban, con permiso de esta señora.

—Las pobres no podrian subir...