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á Garduña tal palo en la rabadilla, que creo no se le olvidará en mucho tiempo la noche de San Simon y San Judas...

Cuando el portero dejó de hablar, ya hacia rato que la corregidora y la molinera cuchichcaban al oido, abrazándose y besándose á cada momento, y no pudiendo en ocasiones contener la risalo ¡Lástima que no haya llegado á sabersc que hablaban! Pero el lector se lo figurará sin gran esfuerzo; y si no el lector, la lectora.