Página:En la paz de los campos (1909).pdf/105

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 101 —

― aguardiente... del viejo, del fuerte. En un poco de agua fresca es muy tónico.

Jacobo aceptó. Libre desde los doce años, no temía entrar en una taberna cuando tenía sed en el camino, y, ciertos días de condescendencia, brindar con los guardas del bosque ó con algún campesino acomodado.

El Marqués acercó una silla y cogió otra mientras la bíblica Adelaida iba á buscar el agua fresca anunciada, y Bella, sentada encima de la mesa, movía las piernas en todos sentidos con gran vivacidad.

Hubo un silencio que parecía sueño, pero la Marquesa reapareció trayendo en sus blancas manos una pesada botella de cristal.

La puso delante de los hombres y fué á recostarse en una de las grandes butacas de mimbre, abanicándose con el pañuelo.

Eran cerca de las doce. Fuera, las hojas se retorcían bajo un ardiente sol; sobre todos los seres pesaba un mudo sopor; era la canícula en su gloria excesiva.

Por esto, sin duda, el Marqués se bebió tres copas seguidas, castañeteando cada vez la lengua con satisfacción.

Jacobo no le siguió en sus reincidencias, pero tuvo que defenderse y que refutar el argumento pérfido con frecuencia empleado de que las cosas buenas no hacen nunca daño. » El joven salió de allí un poco aturdido y con el ánimo incierto; satisfecho de un lado y descontento del otro, y mientras detrás de él Adelaida, repentinamente activa, instalaba el almuerzo, es decir, tres tazas de té, un plato de jamón, pan, manteca, y las seis botellas de alcohol, el rico castellano recorría el camino buscando la sombra de la línea de árboles y sonreía ó fruncía las cejas al recordar los actos y las palabras de aquella mañana.