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—Hubiera sido de todos modos, porque yo podía comprar solo y vosotros con el dinero de vuestro padre.

—So mocoso!—exclamó Anselmo adelantándose con la mano levantada.

Gervasio se interpuso.

—Vamos, nada de tonterías... No vais á pegaros por cosas ilusorias. El que tiene Reteuil es el Barón... y esto debe reconciliaros.

Los dos primos retrocedieron gruñendo todavía.

Gervasio continuó: —Pero hay en este negocio un personaje que ha desempeñado un papel extraño; el guarda Garnache.

—Qué es lo que ha hecho?—preguntó Hilario pronto á desahogar su cólera con alguien á quien juzgaba inferior.

Gervasio siguió diciendo: —Yo no sé dónde se ven, pero Jacobo había advertido á Regino, hace meses, que quería vender sus propiedades...Garnache no ha dicho nada y, sin embargo, sabía bien vuestro deseo...

Hilario le interrumpió, rebosando furor: —Oye usted, padre? ¿Qué le decía yo á usted? Toda esa gente es una canalla. Es preciso que esta misma tarde estén fuera... Ya tomará usted otro guarda..

¿Conque lo sabía y no ha dicho nada?... Espera un poco. Supongo que no va usted á tolerar eso.

Grivoize el menor movió su cabeza calva.

—¿ Tolerar qué?

—Que se nos haga traición—gritó Hilario empleando las grandes palabras.

—Sí—replicó el padre,—puede que tengas razón..pero yo, en este caso, no la tendría.

—No comprendo...

—Pues yo sí—dijo Grivoize el mayor;—lo hace por sentimiento, y con eso se va á la ruina.