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Domingo F. Sarmiento

en estas expediciones? ¡Oh! las formas existen aún, pero el espíritu estaba todo en el comandante de campaña.

Blanco deja el mando, harto de humillaciones, y Agüero entra en el gobierno. Un día, Quiroga raya su caballo en la puerta de su casa, y le dice: «Señor gobernador, vengo á avisarle que estoy acampado á dos leguas con mi escolta.» Agüero renuncia. Trátase de elegir nuevo gobernador, y á petición de los vecinos él se digna indicarles á Galván. Recíbese éste, y en la noche es asaltado por una partida; fuga, y Quiroga se ríe mucho de la aventura. La Junta de representantes se componía de hombres que ni leer sabían.

Necesita dinero para la primera expedición á Tucumán, y pide al tesorero de la Casa de Moneda 8.000 pesos, por cuenta de sus acciones, que no habia pagado; en Tucumán pide 25.000 para pagar á sus soldados, que nada reciben, y más tarde pasa la cuenta de 18.000 pesos á Dorrego para que le abone los costos de la expedición que había hecho por orden del gobernador de Buenos Aires.

Dorrego se apresura á satisfacer tan justa demanda.

Esta suma se la reparten entre él y Moral, gobernador de La Rioja, que le sugirió la idea; seis años después daba en San Juan 700 azotes al mismo Moral en castigo de su ingratitud.

Durante el gobierno de Blanco, se traba una disputa en una partida de juego. Facundo toma de los cabellos á su contendor, lo sacude y le quiebra el pescuezo. El cadáver fué enterrado y apuntada la partida: «Muerto da muerte natural.» Al salir para Tucumán, manda una partida á casa de Zárate, propietario pacífico, pero conocido por su valor y su desprecio á Quiroga; sale aquél á la puerta, y apartando á la mujer é hijas, lo fusilan, dejando á la viuda el cuidado de enterrarlo. De vuelta de la expedición, se encuentra con Gutiérrez, ex gobernador de Catamarca y partidario del Congreso, y le insta que vaya á vivir á La Rioja, donde estará seguro. Pasan ambos una temporada en la mayor intimidad; pero un día que le ha visto en las carreras rodeado de gauchos amigos, lo prenden, dándole una hora para prepararse á morir.

El espanto reina en La Rioja; Gutiérrez es un hombre respetable, que se ha granjeado el afecto de todos. El presbítero doctor Colina, el cura Herrera, el padre provincial Tarrima, el padre Cernadas, guardián de San Fran.