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Domingo F. Sarmiento

¡Pero, por Dios! ¡no asustéis nunca á los terroristas! ¡Ay de los pueblos desde que el conflicto pasa! ¡Entonces son las matanzas de septiembre y la exposición en el mercado de pirámides de cabezas humanas!

DOMINGO F. SARMIENTO Quedaban en La Rioja, no obstante de la orden de Facundo, una niña y un sacerdote: la Severa y el padre Colina. La historia de la Severa Villafañe es un romance lastimero, es un cuento de hadas en que la más hermosa princesa de sus tiempos anda errante y fugitiva, disfrazada de pastora unas veces, mendigando un asilo y un pedazo de pan otras, para escapar á las asechanza de algún gigante espantoso, de algún sanguinario Farba Azul. La Severa ha tenido la desgracia de excitar la concupiscencia del tirano, y no hay quien le valga para librarse de sus feroces halagos. No es sólo virtud lo que la hace resistir á la seducción; es repugnancia invencible, instintos bellos de ranjer delicada que detesta los tipos de la fuerza brutal, porque teme que ajen su belleza. Una mujer bella trocari muchas veces un poco de deshonor propio por un poco de In gloria que rodea a un hombre célebre; pero de esa gloria noble y alta que para descollar sobre los hombres no necesita de encorvarlos ni envilecerlos, a fin de que en medio de tanto matorral rastrero pueda alcanzarse á ver el arbusto espinoso y descolorido. No es otra la causa de la fragilidad de la piadosa madame Maintenon, la que se alribuye á madame Reland, y tantas otras mujeres que hacen el sacrificio de su reputación por asociarse á nombres esclarecidos. La Severa resiste años enteros. Una vez escapa de ser envenenada por su tigre en una pasa de higo; otra, el mismo Quiroga, despechado, toma opio para quitarse la vida. Un día se escapa de las manos de los asislentes del general, que van á extenderla de pies y manos en una muralla, para alarmar su pudor; otro, Quiroga la sorprende en el patio de su casa, la agarra de un brazo, la baña en sangre y bofetadas, la arroja por tierra, y con el tacón de su bota le quiebra la cabeza. ¡Dios mio! ¿no hay quién favorezca á esa pobre niña? ¿No tiene parientes, no tiene amigos? ¡Si, tal! Pertenece a las primeras familias de La Rioja, el general Villafañe es su tío, tienė hermanos que presencian estos ultrajes, hay un cura que le eierra la puerta quando viene á esconder su virtud de-