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Facundo

Tras del santuario. La Severa huye al fin á Catamarca, y se encierra al fin en un beaterio. Dos años después pasaba por allí Facundo y manda que se abra el asilo y la superiora traiga á su presencia á las reclusas. Una hubo que dió un grito al verlo y cayó exánime. ¿No es éste un lindo romance? ¡Era la Severa!

FACUNDO Pero vamos á Atiles donde se está preparando un ejército para ir á recobrar la reputación perdida en la Tablada; porque no se trata sino de reputación de gaucho cargador. Dos unitarios de San Juan han caído en su poder; un joven Castro y Calvo, chileno, y un Alejandro Carril.

Quiroga le pregunta á éste. «¿Cuánto da por su vida?

Veintícico mil pesos», contesta. — "Y usled, cuánto da?

dice al otro. Yo sólo puedo dar cuatro mil; soy comerciante y nada más poseo.» — Se conoce, en efecto, que es comerciante. Mandan traerse las sumas de San Juan y ya hay treinta mil pesos para la guerra, reunidos á tan poca costa. Mientras el dinero llega, Facundo los aloja bajo su algarrobo, los ocupa en hacer cartuchos pagándoles dos reales diarios por su trabajo.

El gobierno de San Juan tiene conocimiento de los esfuerzos que la familia del Carril hace para mandar el rescate á aquel Duguesclin que no ha hallado oro bastante para apreciarse á sí mismo; y se aprovecha del descubrimiento. Gobierno de ciudadanos aunque federal, no Se atrevía á fusilar ciudadanos, y se siente imputente para arrancar dinero á los unitarios. El gobierno întima orden de salir para Atiles á los presos que pueblan las cárceles; las madres y las esposas saben lo que significa Atiles, y unas primero, y otras después, logran reunir las sumas pedidas, para hacer volver á sus deudos del camino que conduce á la guarida del tigre. Así, Quiroga gobierna á San Juan con sólo su nombre terrorífico.

Cuando los Aldaos están fuertes en Mendoza y no han dejado en La Rioja un solo hombre, viejo ó joven, soltero ó casado, en estado de var las armas, Facundo se transporta á San Juan á establecer en aquella población, rica entonces en unitarios acaudalados, sus cuarteles generales.

Llega y hace dar seiscientos azotes á un ciudadano notable por su influencia, sus talentos y su fortuna. Facundo anda en persona al lado del cañón que lleva á la víctima