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Facundo

de la América, substituyendo otro vestido al vestido curopeo, otras leyes á las leyes europeas, otro gobierno al gobierno europeo.

FACUNDO Esta juventud, impregnada de las ideas civilizadoras de la literatura europea, iba á buscar en los europeos enemigos de Rosas sus antecesores, sus padres, sus modelos; el apoyo contra América, tal como la presentaba Rosas, bárbara como el Asia, despótica y sanguinaria como la Turquía, persiguiendo y despreciando la inteligencia como el mahometismo.

Si los resultados no han correspondido á sus esperanzas, suya no fué la culpa; ni los que les afean aquella alianza pueden tampoco vanagloriarse de haber acertado mejor; pues si los franceses pactaron al fin con el tirano, nó por eso intentaron nada contra la independencia argentina, y si, por el momento, ocuparon la isla de Martín García, llamaron luego un jefe argentino que se hiciese cargo de ella. Los argentinos, antes de asociarse á los franceses, habían exigido declaraciones públicas de parte de los bloqueadores de respetar el territorio argentino, y las habían obtenido solemnes.

En tanto, la idea que tanto combatieron los unitarios al principio, y que llamaban una traición á la patria, se generalizó y los dominó y sometió á ellos mismos, y cunde hoy por toda la América y se arraiga en los ánimos.

En Montevideo, pues, se asociaron la Francia y la República Argentina europea para derrocar el monstruo del "americanismo», hijo de la pampa; desgraciadamente, dos años se perdieron en debates, y cuando la alianza se firmó, la cuestión de Oriente requirió las fuerzas navales de Francia, y los aliados argentínos quedaron solos en la brecha..

Por otra parte, las preocupaciones unitarias estorbaron que se adoptasen los verdaderos medios militares y revolucionarios para obrar contra el tirano, yendo á estrellarse los esfuerzos intentados contra los elementos que se habían dejado formarse más poderosos.

M. Martigny, uno de los pocos franceses que, habiendo vivido largo tiempo entre los americanos, sabía comprender sus intereses y los de la Francia en América, francés de corazón, que deploraba todos los mismos argentinos á quienes quería salvar, decía de los antiguos unitarios: «son los emigrados franceses de 1789: no han olvidado nada, ni aprendido nada». Y efectivamente, vencidos en 1829 por