Página:Finke Mujer Edad Media.djvu/122

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causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre.» Palabras sorprendentes, a las que agre- $a, para explicarlas: «Pues no está en el Señor el hombre sin la mujer, ni la mujer sin el hombre; “pues así como la primera mujer procede del hom- bre, así nace el hombre de la mujer, y todo proce- de de Dios».

La Escolástica y la estimación de la mujer. — Los grandes escolásticos se esforzaron en poner de acuerdo y explicar la igualdad personal íntima de los sexos y la preeminencia exterior del hom- bre en la sociedad, pero en las estimaciones sub- jetivas muestran vacilaciones. El mayor de todos, Santo Tomás de Aquino, ensalza como lo más importante el que ambos sexos sean la imagen de Dios; la preeminencia del hombre, que San Pablo expresa, es tan sólo secundaria, y se funda en da- tos puramente externos, casi históricos. Acaso también en que el hombre posee más entendí- miento, con lo cual se decide en favor de la supe- rior capacidad intelectual del hombre. Acaso lo que se refiere a la preeminencia secundaria haya sido formulado con más claridad por otro teólo- go muy autorizado, San Buenaventura: «Por lo que se refiere a la esencia de la imagen de Dios, en el alma y en sus propiedades, no hay entre hombre y mujet ninguna diferencia. En cambio, la exteriorización de esta imagen mediante la au- toridad del hombre es una peculiaridad acciden-

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