tal suya. Una influencia desfavorable ejerció San- to Tomás con su fundamentación filosó£ca, en la diferencia de sexos, por cuanto en ella sigue cie- gamente la doctrina de Aristóteles. La desfavora- ble concepción del Estagirita sobre la posición de la mujer, procedía de su mínima importancia en el Estado griego, y de la teoría naturalista aristo- télica sobre materia y forma, sobre el principio activo y pasivo en el nacimiento del cuerpo. Juz- ga que es mejor y más divino el principio activo del movimiento, que corresponde al hombre; la mujer es la materia. El hombre es, por lo tanto, la medida de la mujer (1).
Siguiéndole, repite Santo Tomás que la mujer es un varón mutilado, mas occasionatus; sin per- juicio de lo cual combate la creencia de que sea por ello un ser defectuoso, ni mucho menos anor- mal. Algunos, sin embargo, han creído poder de- rivar esta opinión de sus palabras, como los que se complacen en hablar del hombre frustrado que el «alfarero» formó con los restos de la arcilla con que había modelado a Adán. Dada la "autoridad del santo de Aquino, esta opinión rebajó algo la estimación de la mujer. El hombre no debe ser considerado como norma de la mujer. Sólo los incompletos conocimientos fisiológicos pudieron
(1) Cfs., cap. I, 1 Estas nociones han sido¿de nuevo reiterada- mente emitidas aún por parte de los naturalistas.
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