Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/55

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la que, preciso es confesarlo, nadie hizo alto en un principio. Hasta entónces aquel temerario aserto, emitido en un libro de mediana importancia, no fué peligroso para la honra de Colon; pero como dice un adajio vulgar no hay peor cuña que la de la misma madera. Algunos años despues el P. Spotorno, natural de Jénova, escitado por un resentimiento con el segundo hijo del almirante, á quien acusaba de haber esparcido de propio intento ciertas dudas acerca del oríjen y lugar donde naciera su padre, se apoderó entusiasmado del apóstrofe de ilejítimo que tan bien se acomodaba con su animosidad.

Ni la prueba contraria que se desprende de las afirmaciones y del silencio de los escritores españoles en este asunto, ni la lójica demostracion de los acontecimientos, ni el carácter casi sacerdotal del mensajero de la cruz, detuvieron su lengua. Necesitaba á todo trance aquella mancha para poner en duda la sinceridad del historiador mas inmediato, y mejor informado de cuantos habian hecho la crónica del virey de las Indias. En todos sus escritos volvió á la carga con aborrecible placer sobre los inventados amores, reiterando su acusacion contra don Fernando, y no satisfecho todavia con haberla estampado en 1819 en su Oríjen y patria de Cristóbal Colon, la reprodujo vanidosamente en la Historia literaria de la Liguria, como fruto de su sagacidad. Y así como Napione se apropió el sofisma de un letrado español, Spotorno á fuerza de repetir el plajio acabó por creer propiedad suya la miserable impostura, cuya verdadera procedencia ignoraba.

En concepto de los lectores frívolos dió esto á Spotorno una reputacion de crítico intelijente, y le mereció en 1823 el ser encargado por el cuerpo decurional de