Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/54

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en el Monferrato, revolviendo el fárrago de documentos, que sucesivamente se forjaron en España para la herencia de los descendientes del virey, creyó descubrir un destello de luz en una memoria hecha en favor de un tal Diego Colon y Larriategui, y que fué denegada. El abogado del demandante necesitaba, para tener en qué fundarse, atacar al traves de los siglos la lejitimidad del segundo hijo de Colon, y como esta prueba de ilejitimidad no resultase de ningun documento presente, ni de las actuaciones de los pleitos anteriores ó pendientes, el redomado lejista imajinó inferirla, no de una espresion que no encontrase á su grado, sino por el contrario, de la falta de una palabra que pretendia ser indispensable, aun cuando no fuese útil siquiera. En su testamento recomendaba el almirante á su primojénito pasara una pension á Beatriz Enriquez, madre de don Fernando. Esto estaba muy claro; pero como el testador no antepuso al nombre de su mujer el título de esposa, el defensor de la parte deducia de aquí la no existencia del vínculo matrimonial; y de consiguiente el mal oríjen de su hijo. Parece increible! tan ruin sutileza la tuvo Napione por una aclaracion! Amontonó encima porcion de razones de igual fuerza, y presentó como un descubrimiento sobre la situacion civil de Colon la miserable secuela, debida á las malas artes del pobre licenciado don Luis de la Palma y Fristas, mereciendo ademas el honor de nuevas y mordaces suposiciones.

En 1809, el anticuario y bibliógrafo Francisco Cancellieri, dotado de habilidad para recojer y clasificar los hechos; pero desprovisto de lucidez filosófica, repitió lisa y llanamente la pretendida consecuencia de Napione, en