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de las Indias.

ancho en lo que salia y angosto el hilo por el cual salia, que se pudiera en dos dias atajar y quedara del todo hecho isla. Esta manera de tierra llaman los cosmógrafos península, que quiere decir cuasi isla, esto es, cuando de la tierra firme sale algun pedazo de tierra angosto, y lo postrero della se ensancha en la mar; en este pedazo de tierra, diz que, habia seis casas. Dice aquí el Almirante, que no via ser necesario pensar en hacer por allí fortaleza, por ser aquella gente muy simple y sin armas, como Vuestras Altezas, dice él, verán por siete que yo hice tomar para los llevar y deprender nuestra habla y volverlos, salvo que Vuestras Altezas, cuando mandaren, puédenlos todos llevar á Castilla ó tenerlos en la misma isla captivos, porque 50 hombres los ternan todos sojuzgados y les harán hacer todo lo que quisieren. Estas son palabras del Almirante, formales. Dos cosas será bien aquí apuntar; la una, cuán manifiesta parece la disposicion y prontitud natural que aquellas gentes tenian para recibir nuestra sancta fe, y dotarlos é imbuirlos en la cristiana religion y en todas virtuosas costumbres, si por amor y caridad y mansedumbre fueran tratadas, y cuanto fuera el fruto que dellas Dios hobiera sacado; la segunda, cuán léjos estaba el Almirante de acertar en el hito y punto del derecho divino y natural, y de lo que, segun esto, los Reyes y él eran con estas gentes á hacer obligados, pues tan ligeramente se determinó á decir, que los Reyes podian llevar todos los indios, que eran vecinos y moradores naturales de aquellas tierras, á Castilla, ó tenerlos en la misma tierra captivos, etc. Cierto, distantísimo estaba del fin que Dios y su Iglesia pretendia en su viaje, al cual, el descubrimiento de todo este orbe y todo cuanto en él y cerca dél se hobiese de disponer, se habia de ordenar y enderezar. Vido por allí tantas y tan lindas arboledas verdes, que decia ser huertas, con mucha agua, más graciosas y hermosas que las de Castilla por el mes de Mayo. Destos que con tanta confianza en las barcas, como á ver y adorar gente del cielo, se entraron, detuvo el Almirante siete, y con ellos se vino á la nao. Por lo que despues pareció, que cuando podian huir