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de las Indias.

cabo del Estrella, y parecíale ser la postrera tierra de aquella isla, y estaria dél 28 millas. Parecíale otra tierra, como isla no grande, al leste, y estaria della 40 millas; esta fué la isla que, despues que llegó á ella, la llamó la Tortuga, y así hasta hoy se llama, que será tan grande como la isla de Canaria. Esta era poblatísima, y habia un gran señor en ella, como adelante parecerá, á Dios placiendo. A otro Cabo tambien muy hermoso y bien hecho, que le quebaba al leste, cuarta del Sueste, puso nombre cabo de Elefante, y distaria dél 55 millas. Otro se le hacia al lesueste, al cual nombró cabo de Cinquin, estaria dél 28 millas. La isla grande parecia altísima, no cerrada con montes, sino rasa como hermosas campiñas, y parecíale toda labrada, ó grande parte della, y las sementeras como trigo en la campiña de Córdoba por el mes de Mayo. Viéronse muchos fuegos aquella noche, y de dia muchos humos, como atalayas, que parecia estar sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen guerra; va toda la costa desta tierra derecha al leste. Finalmente, jueves, 6 de Diciembre, á hora de vísperas, entró en el puerto ya dicho, al cual llamó de Sant Nicolás por honra del felice Sancto, por ser aquel dia que en él entró dia de Sant Nicolás. A la entrada dél se maravilló de su hermosura y bondad, y aunque tiene muy alabados los puertos de Cuba, pero sin duda (dice el Almirante), que no es ménos digno éste, ántes los sobrepuja, y ninguno le es semejante. En la boca y entrada tiene legua y media de ancho, y se pone la proa al Sursueste, puesto que por su grande anchura se puede poner adonde quisiéremos. Va desta manera hácia dentro, dos leguas, hasta llegar á la playa muy hermosa, donde hay un campo de árboles de mil maneras y todos cargados de frutas, que creia el Almirante fuesen de especerías, sino que no se cognoscian como no estuviesen maduras. Entraba un rio en la playa, hacia cierta vuelta ó ramo el puerto, que quedaba todo cerrado, no pudiéndose ver la entrada. Es todo maravillosamente hondo, de ocho y quince brazas, y, hasta llegar á las hierbas de la playa, todo debajo muy limpio para los cables y anclas. Es todo este puerto raso, desabahado,