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Historia

airoso y gracioso. Toda esta isla le pareció muy alta, de árboles pequeños como los de Castilla, como carrascos y madroños, y lo mismo de las hierbas grande campiña, y de muy buenos aires; sintió más frio que en las tierras pasadas, puesto que dice que no debe ser contado por frio. Frontero del puerto estaba una muy hermosa vega, por donde venia el dicho rio. Creia que en aquella comarca debia de haber grandes poblaciones, segun se vian las canoas ó almadías, tantas y tan grandes, dellas como fustas de quince bancos. Todos los indios dellas huyeron y huian desque vieron los navíos; los que consigo traia de las islas de los lucayos, diz que, tenian mucha gana de se volver á sus tierras, y creian que desque de allí partiese los habia de volver á ellas, y, como vian que se dilataba, no creian ya al Almirante, viendo que no llevaban el camino de sus casas, y así él no les creia lo que le decian, mayormente no los entendiendo. Tenian, diz que, gran miedo de la gente desta isla. Tenia pena él por no poder haber lengua de los desta isla Española, y no quiso detenerse en este puerto para ello, por ver mucha más tierra, y por no estar cierto si el viento que llevaba le duraria. Confiaba en nuestro Señor, que los indios que llevaba consigo sabrian nuestra lengua y él la dellos, y despues tornaria y hablaria con aquella gente, y, placiendo á S. M., hallaria algun buen rescate de oro, ántes que volviese. Estas son palabras del Almirante.