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Historia

mucho el Almirante lo que podia traer, como creyese no haber en esta isla minas, sino por saber mejor de donde lo traian, puesto que en esta opinion estuviese, cierto, engañado. Así que, mártes, 18 de Diciembre, luego de mañana, dia de Nuestra Señora de la O, que es la fiesta de la conmemoracion de la Anunciacion, mandó ataviar la nao y la carabela de armas y banderas por honra de la fiesta, y tiráronse muchos tiros de lombardas, y el Rey de aquella tierra, diz que, habia madrugado de su casa, que debia de distar cinco leguas de allí, segun pudo juzgar el Almirante, y llegó á hora de tercia á aquella poblacion, que cerca de allí estaba, en la cual habian llegado ya ciertos cristianos, que el Almirante habia enviado para ver si venian con oro, los cuales dijeron, que venian con el Rey más de 200 hombres, y cuatro le traian en unas andas. Estando comiendo el Almirante debajo del castillo, en la nao, llegó el Rey á la nao con mucha gente. Dice el Almirante á los Reyes: «Sin duda pareciera bien á Vuestras Altezas su estado y acatamiento que todos le tienen, puesto que todos andan desnudos; él, así como entró en la nao, halló que estaba comiendo á la mesa debajo del castillo de popa, y él á buen andar se vino á sentar en par de mí, y no quiso dar lugar que yo me saliese á él ni me levantase de la mesa, salvo que yo comiese, y, cuando entró debajo del castillo, hizo señas, con la mano, que todos los suyos quedasen fuera, y así lo hicieron con la mayor priesa y acatamiento del mundo; y se asentaron todos en la cubierta, salvo dos hombres de una edad madura, y que yo estimé por sus consejeros y ayo, que se asentaron á sus piés. Yo pensé que él ternia á bien de comer de nuestras viandas, mandé luego traerle cosas que comiese; de las viandas que le pusieron delante, tomaba de cada una tanto como se toma para hacer la salva, y lo demas enviábalo á los suyos, y todos comian della, y así hizo en el beber, que solamente llegaba á la boca y despues lo daba á los otros, todo con un estado maravilloso y muy pocas palabras, y aquellas quél decia, segun yo podia entender, eran muy asentadas, y de seso; y aquellos dos le miraban, y hablaban por él y con