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de las Indias.

en la playa, pareció que no le plugo de su venida, y levantóse sólo, y, con palabras que parecian de amenazas, les hizo volver á embarcar, echándoles agua con la mano y tirando algunas piedras en el agua; y esta era toda su ira. Despues que con mucha obediencia y humildad se embarcaron todos en su canoa, él tomó una piedra y la puso en la mano al alguacil del Almirante, que estaba cabe él, para que se la tirase, pero el alguacil rióse y no quiso tirarla. Mostraba el Rey allí favorecerse con el Almirante y los cristianos; los de la canoa se volvieron á su isla de la Tortuga, sin ruido alguno. Despues de ida la canoa, dijo el Rey al Almirante que en la Tortuga habia más oro que en esta isla Española, pero esto no pudo ser verdad, segun la grandeza desta isla y las muchas partes é infinitos rios en que se ha hallado, y la pequeñez de la isla de la Tortuga, en comparacion desta, porque, como se ha dicho, la Tortuga será como Gran Canaria, que terná obra de 12 leguas en boja. Ya podria ser que hobiese oro en ella, lo cual no creo yo que jamás se buscó, porque era tanto lo que en esta Española se cogia despues por los españoles, que no se ocupaban en más de sacar los indios que habia en la Tortuga y traerlos á las minas de acá, donde al cabo se consumieron, como adelante se dirá; pero el Almirante, en estos dias que andaba por aquí descubriendo, no creia que en esta isla Española, ni en la Tortuga, hobiese minas de oro, sino que lo traian de Babeque aquello poco que por allí habia, y que no le traian los de Babeque más, porque no tenian qué dar por ello, aunque bien pensaba que estaba cerca de la fuente, conviene á saber, de donde nacia el oro, que eran las minas, y que esperaba en Dios que le habia de mostrar las dichas minas, las cuales tenia que eran en Babeque; y, cierto, este Babeque debia ser tierra firme, sino que los indios, como no navegaban léjos de sus casas, sino por las riberas de su mar, ó á las islas que tenian á vista de sus casas, unos imaginaban al Babeque léjos, y otros cerca. Estuvo en aquella playa surto, lo uno, porque no habia viento, y lo otro, porque le habia dicho aquel Rey que habia de traer oro, no porque tuviese en