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Historia

cuales, luego, tiradas las flechas, se fueron á una de las dos carabelas, y, de golpe, sin temor, se pusieron debajo la popa, y el piloto de la carabela, sin temor tambien alguno, se descolgó de la popa abajo, y entróse con ellos en la canoa con algunas cosas que les dió; y entre ellas dió un sayo y un bonete á uno dellos que parecia hombre principal. Ellos le tornaron en ella, y, como en reagradecimiento de lo que les habia dado, por señas, le dijeron que se fuese á tierra y que allí le traerian de lo que ellos tenian. Él aceptó que iria y ellos se fueron á tierra; el Piloto entró en la barca y fué á pedir licencia al Almirante á la nao, y desque vieron que no iba derecho á ellos, no lo esperaron más, y así se fueron y nunca más el Almirante ni otro los vido. Por haberse así alterado y enojado del tamborino y de los bailes, parece que aquello debian de tener entre sí por señal de guerra. Díjome un criado del Almirante, que se llamó Bernaldo de Ibarra, que vino este viaje allí con él, y me lo dió por escrito, y hoy lo tengo de su letra en mi poder, que vino al navío del Almirante un señor y Cacique desta isla de la Trinidad, que traia una diadema de oro en la cabeza, y váse al Almirante que tenía una gorra de carmesí, é hácele acatamiento é besa su diadema, y con la otra mano quita la gorra al Almirante y él pónele la diadema, y él puso en su cabeza la gorra de carmesí quedando muy rico y muy contento. Dice aquel Almirante, que estos todos eran mancebos, y muy bien dispuestos y ataviados, aunque no creo que traian mucha seda ni brocado, de lo cual, tambien creo que los españoles y el Almirante más se gozaran, pero venian ataviados de arcos y flechas y tablachinas; no eran tan bazos como otros, ántes más blancos que otros que hobiese visto en estas Indias, y de muy buenos gestos y hermosos cuerpos, los cabellos largos y llanos, cortados á la guisa de Castilla, traian la cabeza atada con un pañezuelo de algodon tejido de labores y colores, el cual creia el Almirante que era almaizar; otro destos pañezuelos, dice, que traian ceñido, y se cobijaban con él en lugar de pañetes; dice que no son negros, puesto que estan cerca de la equinoccial, sino de color indio, como todos los otros que ha hallado. Son de