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de las Indias.

corrompen, porque este lugar de nuestra habitacion tiene el aire turbulento, por los vapores y exhalaciones que salen de la tierra y del agua, por lo cual no puede haber mucha sanidad en él. Fué, luego, necesario dar tal sitio y lugar al Paraíso donde no hobiese alguna accion de contrariedad, pero mayor y menor temperancia y serenidad; este lugar, no es otro sino la tercera region del aire, que está luego sobre la del aire caliginoso y turbio, porque allí hay poca accion de contrariedad, la que basta para alguna generacion y corrupcion. Que este lugar se pueda, como es dicho, persuadir el Paraíso donde esté situado, conviene á saber, la tercera region del aire, parece así, porque otros montes hay en la tierra que llegan hasta allí; uno es, aquel tan nombrado y celebratísimo, y así admirable en altura, Olimpo, el cual es tan alto que parece llegar al cielo, y por esta causa, entre los griegos, el nombre del cielo y el del monte Olimpo, uno no más es, y así, la cumbre dél, llaman las gentes de aquella tierra, cielo; dice Olimpo, cuasi olo lampus, que quiere decir, cielo. Deste dice Sant Isidro, libro XIV, cap. 8º, de las «Etimologías,» que Olimpo es un monte de Macedonia demasiadamente alto, que las nubes se vean debajo dél; del cual canta Virgilio: Et nubes excesit Olimpus, y así parece que aquel monte suba sobre las nubes que están en la segunda region del aire, ó en el aire caliginoso; y más, se dice, que todas las pasiones y turbulencias del aire sobrepuje, por lo cual los filósofos que allí subian á contemplar los sitios y cursos de las estrellas, no podian vivir en aquel monte sino llevaban consigo esponjas con agua bien imbuidas y empapadas, de las cuales chupando y atrayendo á sí el agua, dice que espesaban el aire para lo atraer y poder respirar y vivir, porque por su sotileza de aquel aire superior y puro, no se podia atraer para respirar ó resollar, y así no podian los hombres vivir, ni las aves pudieran allí volar, por no poder sostener el peso del cuerpo dellas; así lo dice Sant Agustin sobre el Genesi, ad literam, cap. 14, en la obra imperfecta. Esto se trata tambien en el libro De propietatibus rerum, libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo, y alega