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de las Indias.

aquella tierra de Paria ó cerca della debia estar el Paraíso terrenal. Dícese allí la Mesa del sol, por una manera de metáfora, porque los filósofos, como en mesa de dulces manjares, se mantenian y recreaban del suave y deleitoso manjar de la sabiduría y ciencia de filosofía, penetrando y entendiendo los secretos, por ella, de los movimientos é influencias y virtudes de los cielos y estrellas, y de las otras cosas naturales; pero, en el sentido literal, la Mesa del sol se dice y dijo, porque en Etiopía, cerca de la isla Meroc, que hace el rio Nilo, la cual está cerca de la línea equinoccial, donde viven la gente que se llaman macrobios, gente amicísima de justicia, de verdad y de virtud, y que se adornan con joyas hechas de cobre, y las prisiones á los delincuentes hacen de oro, por tener en ménos estima el oro quel cobre, hay un prado ó campo en el cual de noche, los que gobiernan, mandan proveer y hinchir de muchas y diversas carnes asadas, en suma y grande abundancia, y, salido el sol, cada uno de los que quiere van á él y toman lo que dellas quieren, á su voluntad; piensan los ignorantes pueblos, que divinalmente aquello se les provee y nasce en aquel campo, y porque adoran al sol, llaman la Mesa del sol, estimando que el sol se lo provee. De aquí salió entre los antiguos este proverbio ó refran, que á toda abundancia ó provision copiosa de comida, ó cuando los ricos daban en sus casas bien de comer á los menesterosos, llamaban Mesa del sol. Por esto la llama Sant Jerónimo, donde dije arriba, Famosissimam solis mensam. Della hace mencion Herodoto en el libro III de su «Historia,» y Pomponio Mela, libro III, cap. 10, y Solino, cap. 43. Por ver á esta Mesa del sol envió Embajadores Cambises, rey de Persia, al rey de Etiopía, diciendo que la deseaba ver como cosa tan maravillosa; pero hacíalo por usurpar aquel señorío de Etiopía; el cual enviando sus Embajadores, más por espías para especular la tierra por dónde habia de entrar con su ejército, que con embajada, dióles muchos dones, ciertas vestiduras de carmesí, é collar de oro y ajorcas, que usaban los hombres en aquellos tiempos, y un alabastro de ungüento, y vino de Fenicia, muy precioso, que le presentasen de su