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Historia

10.000 ánimas. Eran de madera fortísimas, aunque cubiertas de hojas de palmas; la hechura como á manera de campana; de ocho á ocho años, dicen que se mudaban de unos lugares á otros, porque con el calor del sol excesísimo se inficionaban los aires y causaban grandes enfermedades. Todas sus riquezas eran plumas de aves de colores diversos, y unas cuentas hechas de huesos de peces y de unas piedras verdes y blancas, las cuales se ponian en las orejas y labios; el oro y perlas y otras cosas ricas, ni las buscan ni las quieren, ántes las deshechan como cosas que tienen en poco. Ningun trato y compra ni venta ni conmutaciones usan, sino sólo aquellas cosas que para sus necesidades naturales les produce y ministra la naturaleza; cuanto tienen y poseen dan liberalísimamente á cualquiera que se lo pide; y así como en el dar son muy liberales, de aquella manera de pedir y recibir, de los que tienen por amigos, son cupidísimos. Por señal de gran amistad tienen entre sí, comunicar sus mujeres é hijas con sus amigos y huéspedes. El padre y la madre tienen por gran honra que cualquiera tenga por bien de llevarles su hija, aunque sea vírgen, y tenerla por amiga, y esto estiman por confirmacion de amistad entre sí. Diversas maneras de enterrar los difuntos entre sí tienen; unos los entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles á la cabecera mucha comida, creyendo que para el camino de la otra vida, ó en ella, de aquello se mantengan; lloro, ninguno, ni sentimiento hacen por los que se mueren. Otros tienen aqueste uso, que cuando les parece que el enfermo está cercano á la muerte, sus parientes más cercanos lo llevan en una hamaca al monte, y allí, colgada la hamaca de dos árboles, un dia entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la noche, pónenle á la cabecera agua y de comer cuanto le podrá bastar para tres ó cuatro dias, y, dejándolo allí, vánse, y nunca más lo visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello, y al cabo convalece y se vuelve, de su casa con grandes alegrías y ceremonias lo reciben; pero pocos deben ser los que escapan, pues nadie, despues de puestos allí, los ayuda y