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Historia

creer algunas veces á los dolientes que nosotros les metemos en el cuerpo cuchillos, tijeras y cosas semejantes, y que con esto los matamos. En sus guerras, aconséjanse con ellos, allende de agüeros que tienen de ciertas aves; cuando captivan alguno, tráenle con grande fiesta, con una soga á la garganta, y dánle por mujer la hija del principal ó cualquiera otra que más le contenta, y pónenlo á cebar como puerco, hasta que lo han de matar, para lo cual se ajuntan todos los de la comarca á ver la fiesta, y, un dia ántes que lo maten, lávanlo todo, y el dia siguiente lo sacan y pónenlo en un terrero, atado por la cintura con una cuerda, y viene uno dellos muy bien ataviado, y le hace una plática de sus antepasados, y, acabada, el que está para morir le responde, diciendo, que de los valientes es no temer la muerte, y que él tambien matara muchos de los suyos, y que acá quedaban sus parientes que lo vengarán, y otras cosas semejantes, y, muerto, córtanle luego el dedo pulgar, porque con aquel tiraba las flechas, y lo demas hacen en pedazos para lo comer asado ó cocido. Cuando muere alguno de los suyos, pónenles sobre las sepulturas platos llenos de viandas, y una red en que ellos duermen, muy bien lavada, esto porque creen, dicen, que despues que mueren, tornan á comer y descansar sobre su sepultura; échanlos en cuevas redondas, y si son principales, hácenlos una choza de palma. No tienen cognoscimiento de gloria ni infierno, solamente dicen, que, despues de morir, van á descansar á un buen lugar, y en muchas cosas guardan la ley natural. Ninguna cosa propia tienen que no sea comun, y lo que uno tiene ha de partir con los otros, principalmente si son cosas de comer, de las cuales ninguna cosa guardan para otro dia, ni curan de atesorar riquezas. A sus hijos ninguna cosa dan en casamiento, ántes los yernos quedan obligados á servir á sus suegros; cualquier cristiano que entra en sus casas, dánle á comer de lo que tienen y una red lavada en que duerma. Son castas las mujeres á sus maridos; tienen memoria del diluvio, empero, falsamente, porque dicen, que, cubriéndose la tierra de agua, una mujer con su marido subieron