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de las Indias.

en un pino, y despues de menguadas las aguas descendieron, y de aquestos procedieron todos los hombres y mujeres. Tienen muy pocos vocablos para les poder bien declarar nuestra fe, mas con todo, dámossela á entender lo mejor que podemos, y algunas cosas los declaramos por rodeos. Están muy apegados con las cosas sensuales; muchas veces me preguntan, si Dios tiene cabeza, y cuerpo, y mujer, y si come, y de qué se viste, y otras cosas semejantes. Dicen ellos, que Sancto Tomás, á quien llaman Zome, pasó por aquí; esto les quedó por dicho de sus antepasados, y que sus pisadas, están señaladas cabe un rio, las cuales yo fuí á ver por más certeza de la verdad, y ví, con los propios ojos, cuatro pisadas muy señaladas, con sus dedos, las cuales, algunas veces, cubre el rio cuando hinche; dicen tambien, que cuando dejó estas pisadas iba huyendo de los indios que le querian flechar, y llegando allí, se le abrió el rio y pasara por medio dél, sin se mojar, á la otra parte, y de allí fué para la India: asimismo cuentan, que cuando le querian flechar los indios, las flechas se volvian para ellos, y los montes le hacian camino por do pasase. Otros cuentan esto como por escarnio. Dicen tambien, que les prometió que habia de tornar otra vez á verlos, ¡él los vea del cielo y sea intercesor por ellos á Dios, para que vengan en cognoscimiento suyo y reciban la sancta fe, como esperamos!» Todas estas son palabras de la dicha carta de los predicadores portugueses.