de lo que se le debe, algo, pues el deudor ya no tiene otra cosa, sino tan poca vida como nosotros, con que pagarle. Porque si las hambres y tanta frecuencia de calamidades nos desminuyen y apocan por una parte, y la justicia rigurosa por otra nos mata, ¿quién señor, esperais que os sirva y acompañe? No hay duda ninguna, sino que vuestra suerte no será bienaventurada, ni carecereis de mayores trabajos.» Movieron á Nicuesa todas estas lástimas, y dejó de justiciar á Lope de Olano, determinando de, en el primer navío, desterrallo y enviallo preso á España. Y porque ni á Nicuesa, ni á ninguna parte de su compaña, cuando se dividian, ninguna especie de tribulacion y adversidad les faltaba, y ninguna de las que les ocurrian les menguaba, sino que siempre les crecian y se les iban acrecentando, viéndose así caer Nicuesa más y más cada dia, y cada hora, en peor estado, hízose de aquí adelante muy impaciente, mal acondicionado é inconversable; y así trataba muy mal y con aspereza á los pocos que ya le quedaban, no considerando que las hambres, ni angustias que padecian, y verse cada dia morir unos á otros, por tormento contínuo les bastaba y sobraba. Enviábalos, á chicos y á grandes, enfermos y sanos, á la tierra dentro por ciénagas y aguas, por montes y valles, á saltear los pueblos de los indios y sus labranzas, para traer á cuestas las cargas de la comida que hallaban, donde hacian y padecian intolerables males. Creian que de industria les tractaba mal, por vengarse dellos, por haberlo dejado de ir á buscar, pero ésto no lo creo, por estar él asimismo en la misma extrema necesidad. Ya no hallaban en toda la tierra que robar; los indios todos, puestos en armas viéndose dellos así inquietar, hacian tambien contra ellos sus saltos, para si pudiesen acabarlos. Morian cada dia, de hambre y de enfermedades, y á tanta estrechura ó penuria vinieron, que 30 españoles que fueron á hacer los mismos saltos, padeciendo rabiosa hambre y hallando un indio, que ellos ó otros debian haber muerto, estando ya hediendo, se lo comieron todo, y de aquella corrupcion quedaron todos tan inficionados que ninguno escapó.