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2.º Establecer varias obras que hagan dificultosa su introducción; y

3.º Vigilar la conducta de los c{ue están destinados á la conservación de la salud de los ciudadanos.»

Termina el primer artículo con reflecciones patológicas y descripciones sobre sus estragos, en un cuadro tan animado y patético que se hace inconveniente para una publicación en la prensa política.

En el segundo artículo se pide al gobierno la construcción de hospitales especiales para luéticos, de baños públicos, y diversas medidas de carácter material y de orden moral encaminadas al mismo fin.[1]

En la Aurora, del 21 de Enero de 1813, se publicó una petición, sin firma, al Marqués de Casa Larraín, para impedir la propagación de este mismo mal, y cuyo tenor es el siguiente:

«Medidas contra la sífilis.—La plaga que asola nuestro pueblo y que crece con su número, es el mal venéreo para cuyo remedio colocó la providencia los preciosos baños termales en la hacienda de V. S. cuyo corazón debe complacerse de poseer el antídoto de las dolencias de la más numerosa y útil parte de la humanidad y en facilitarles el uso de un específico que los saca del estado más miserable, para restituirlos al de salud, al amparo de sus familias y al servicio de la patria. Nada hay más glorioso para un ciudadano ilustre y por el gobierno desea tener parte en tan benéfico proceder, recordándole que para ser completa solo resta allanar las escabrosidades de la parte del camino que media desde la villa de Rancagua hasta los baños, la que retraen de ellos á los que las dolencias impiden transportarse en caballerias, de que los más necesitados están privados de este recurso ó lo consiguen con penalidades insoportables á los pacientes y á los corazones sensibles. Diga US. qué obra hay que ejecutar y los arbitrios para realizarla, entre los que cuenta esta autoridad, como el primero la notoria jenerosidad de US. y su piadosa índole. Dios güe. á US. muchos años. Santiago, Enero 13 de 1813.»

La sífilis no podía ser contenida porque no se tomaban medidas enérgicas de represión. El Dr. Sazie, en 1844, propuso la reglamentación de la prostitución, pero, como sucede hasta hoy día, se opusieron resistencias á este sanitario sistema

  1. Don Luis Montt, en el tomo II de su Bibliografía Chilena, dice que varios autores han atribuido este trabajo á don Manuel de Salas y cree que es más bien del Dr. Sierra, de esa época.

    Para nosotros su autor es el médico romancista José María Solís, cuyas iniciales corresponden en todo á las del articulista y no á las del Dr. Sierra cuyo nombre es José Antonio.