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Viruelas—piru-cuthan.
Vivir—mogén.
Vomitar—rapin.
Voz—muthum, eupun.

Las enfermedades más comunes entre los araucanos, como el chavalongo (de chava, modorra, y longo ó lonco cabeza), las erupciones de la cútis, la ciática, el asma, las hernias, la sarna y la viruela, eran curadas con mayores ventajas, si así puede decirse, dada la relativa suficiencia y práctica que poseían en estos casos.

Ignoraban, por cierto, la causa de las enfermedades, y sólo sus síntomas externos eran los que podían apreciar. Si sabían conocer y nombrar las fatigas, los vértigos, el delirio, el eructo, los vómitos, la fiebre, etc., no sabían relacionarlos con ninguna enfermedad, ni dar á estos síntomas su verdadero valor.

El historiador Martinez de Bernabé, dice en su obra, al tratar de las enfermedades de los indios, que etos no conocen el mal de piedra, la hidropesía, ni otras enfermedades críticas, «cuyas diferencias de nombre ha dado cátedra á los médicos, y á los mortales mil aprehensiones, porque se conocen en sí misma una causa forzosa de donde ha de resultar precisamente la sonata del mal, que con tantas voces de solfa pulsean los médicos, y así los indios, ó no las padecen ó por no curarse por los nominativos, no llegan á los verbos, y los jéneros más comunes de que adolecen son del mal venéreo y resultante de au viciosidad, cálida complexion, ninguna limpieza y poca curación, y de resultas de la misma ardiente naturaleza, las sofocaciones de la sangre en tabardillos, que con las yerbas frescas se curan, pero comunmente en todo accidente de esta especie, si se arrebatan, fallecen.»

Una de las enfermedades que tienen por muy natural, según las observaciones del mismo Martinez de Bernabé, escritas en 1782, es la disentería, que origina el mal del valle ó loanda, y que curan con hierbas purgativs y diuréticas.

El abate Molina refiere que entre los araucanos había unos machis llamados Cupoves, que se encargaban de abrir los cadáveres humanos para conocer el interior del organismo. Algunos escritores dudan de este hecho, en vista del gran respeto que los indios profesaban á los muertos, y á sus ideas sobre la vida futura. No obstante, el padre Febres en el Calepino chileno-hispano, que citamos, pone la palabra cupov que traduce por hacer anatomía, y que vendría á corroborar la versión de Mlina sobre los cupoves. No hemos podido encontrar mayores datos á este respecto.

En cuanto á las causas de las enfermedades, su etiología se reducía al ivum y al vocad que ya hemos analizado en cuanto