Página:La Condenada (cuentos).djvu/11

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
7
LA CONDENADA

ñones. Debió asustarle aquella cara angulosa y pálida, con una blancura de papel mascado; le causó miedo la extraña vestidura de pielroja y huyó, sacudiendo sus plumas como para librarse del vaho de sepultura y lana podrida que exhalaba la reja.

El único rumor de vida era el de los compañeros de cárcel que paseaban por el patio. Aquéllos al menos veían cielo libre sobre sus cabezas, no tragaban el aire á través de una aspillera; tenían las piernas libres y no les faltaba con quien hablar. Hasta allí dentro tenía la desgracia sus gradaciones. El eterno descontento humano era adivinado por Rafael. Envidiaba él á los del patio, considerando su situación como una de las más apetecibles; los presos envidiaban á los de fuera, á los que gozaban libertad, y los que á aquellas horas transitaban por las calles tal vez no se considerasen contentos con su suerte, ambicionando ¡quién sabe cuántas cosas!... ¡Tan buena que es la libertad!... Merecían estar presos.

Se hallaba en el último escalón de la desgracia. Había intentado fugarse perfo