Página:La Condenada (cuentos).djvu/113

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apenas perceptible- los otros enemigos... ¡Los otros! ¿Sabe usted? Los que se fueron para no volver, y, sin embargo, vuelven; ese centenar de infelices a los que traté con mimos de padre, haciéndoles el menor daño posible, y que..., ¡ ingratos!, vienen a mi apenas me ven solo.

-¡Qué!... ¿Vuelven?

-Todas las noches. Los hay que me molestan poco; los últimos, apenas; me parecen amigos de los que me despedi ayer; pero los antiguos, los de mi primera época, cuando aún me emocionaba y me sentía torpe, ésos son verdaderos demonios que apenas me ven solo en la oscuridad, desfilan sobre mi pecho en interminable procesión, me oprimen, me asfixian, rozándome los ojos con el borde de sus ropas. Me siguen a todas partes, y asi como me hago viejo, son más asiduos. Cuando me metieron en el desván, comencé a verlos asomar por los rincones más oscuros. Por eso pedia un médico: estaba enfermo; tenia miedo a la noche; quería luz, compañia.

-¿Y siempre está usted solo?

-No: tengo familia allá en mi casita de