Página:La Condenada (cuentos).djvu/173

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
169
LA PAELLA DEL «RODER»

tado había salido á escape para Valencia.

Todo lo comprendió el carnicero: la fuga, la sonrisa de aquel tío y la mirada burlona del viejo teniente cuando el roder pensaba en su protector, creyendo ser víctima de una equivocación.

Volvió corriendo al huerto, pero antes de llegar, una nubecilla blanca y fina como vedija de algodón se elevó sobre las copas de los naranjos, y sonó una detonación larga y ondulada, como si se rasgase la tierra.

Acababan de fusilar á Bolsón.

Le vió de espaldas sobre la roja tierra, con medio cuerpo á la sombra de un naranjo, ennegrecido el suelo con la sangre que salía á borbotones de su cabeza destrozada. Los insectos, brillando al sol como botones de oro, balanceábanse ebrios de azahar en torno de sus sangrientos labios.

El discípulo se mesó los cabellos. ¡Recristo! ¿Así se mataba á los hombres que son hombres?

El teniente le puso una mano en el hombro.

—Tú, aprendiz de roder, mira cómo mueren los pillos.