Página:La Condenada (cuentos).djvu/91

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ron a España; y yo, por reñir con ese farsante, reñí con mi hija. Hasta hoy no les había visto... Señores, llévenme ustedes donde quieran, pero declaro que siempre que pueda vendré a silbar a ese ladrón italiano... He estado enfermo, estoy solo: pues revienta, viejo, como si no tuvieras hija. Tu Conchita no es tuya; es de Franchetti... pero no; es del arte. Y ahora digo yo: Si el arte consiste en que las hijas olviden a los padres que por ellas se sacrificaron, digo que me futro en el arte y que más me alegraría encontrarme a mi Concha al entrar en casa remendando mis calcetines.